domingo, mayo 10, 2015

Incertidumbre preoperatoria (parte 3)

Aunque esto ya no es para nada una incertidumbre, dejo el título para que no se pierda en el hilo de estos post.

Una vez con el suero conectado a mi vena de la parte frontal de mi puño izquierdo, me recuesto en la cama e inmediatamente entra un doctor para supervisar si ya estoy en las condiciones requeridas para la operación. Nota que aun tengo los calzones puestos y me ordena a quitármelos; le comentó que si la operación es sólo de la nariz, qué necesidad hay de quitarmelos, además que así evito que inconscientemente me metan a otra sala de operación de.. no sé… cambio de sexo?.

El protocolo del hospital es quien manda y me los quito. Al salir de ese cuarto veo que ya mi mamá está esperando en ese pasillo, tengo algo de miedo, pero al verla me aguanto y le digo que pues la veo en un par de horas, que hay les avisan cualquier cosa. Mi novia con la amplia experiencia en hospitales y operaciones les podría orientar por cualquier inquietud que tengan y que los doctores no sepan explicar en el idioma de alguien que no ha estudiado tanto.

Siento esa camilla tan angosta que parece ser que solo me permite dirigir mi mirada al techo, mientras avanza  solo me permite ver las lámparas cuadradas de luz blanca del techo del pasillo y si acaso resquicios de puertas que se abren y cierran. Llego a otra zona que sería el “último descanso”antes de entrar propiamente a cirugía. Ahí solo hay acceso a la gente del hospital, sin ningún familiar ni nadie ajeno a lo que dentro de poco se trabajará esperando siempre lo mejor. No soy el único, identifico al menos 4 pacientes más. Finalmente es el DF y tanta gente y tantas cirugías se realizan en un hospital reconocido. Veo los demás pacientes de distintas edades un poco más enfermos. Desconozco de qué lo intervendrán pero sin duda el grado de nerviosismo no es el mismo en todos. Veo a gente mayor que está mucho más nerviosa y que no quiere hablar a nadie. Veo a gente convaleciente rezando y yo solo me enfoco a ver el movimiento interno que sólo alguien profesional de la salud está acostumbrado a hacerlo día a día.

Noto que al menos hay 5 salas de cirugía en esa sección, se llevan a uno de nosotros y casi en el mismo minuto entra otro más  a sustituir el lugar. Hay un vidrio semidifuso que divida a los pacientes del movimiento de los doctores. Al fin veo a mi médico y veo que lee un pizarrón blanco que no me había percatado que existía. Ahí están escritos los nombres de los pacientes, el horario, algunos parámetros para tomar en cuenta que están en “clave” médica y la sala asignada. Lógico veo mi nombre pero no distingo los demás datos. Se acerca mi doctor y con otra doctora indicándome que será la anestesióloga en mi operación. Ahora que lo recuerdo, sí ví la sala a la que fui asignado pero no recuerdo si era la 3 o la 5, y el nombre de la doctora creo era Elizabeth pero no estoy seguro, no sé si sea por la anestesia que hace mella de la memoria de corto plazo en ese momento.

Se acerca otra doctora y comienza a verificar cada dato en un formato. Datos básicos como mi nombre y tipo de sangre, así como ya más específicos como si he tomado anticoagulantes o aspirinas recientemente y verificar alergias y tiempos de coagulación. Creo que ella fue la última luz verde antes de que un enfermero delgado entre y nuevamente jale mi camilla ya para llevarme al quirófano.

Alcanzo a ver que al final del pasillo hay una zona redonda en donde conecta a cada quirófano. Me mete en uno de esos y les recuerdo el nombre de mi doctor y la naturaleza de mi operación antes que me metan a alguna de circuncisión o algo así. Entra otro enfermero y me indican que ya no me mueva, me pasarán a otra camilla pero ellos harán todo el movimiento. Ponen la nueva camilla y utilizando el mismo soporte de las sábanas, me levantan y me ponen en la otra camilla que ésta sí que es demasiado angosta, en realidad mis brazos ya colgarían si no los junto con mi cuerpo. El otro enfermero está un poco gordo y es callado, no se presenta ni nada. Mi bata no la quitan pero ponen una toalla alrededor de mi cintura para “amarrarme” los brazos. Ah, claro! Mi novia me advirtió que es normal, nos amarran antes de operarnos. Y finalmente también pasan esa toalla en mis pies para que queden igualmente sujetos. Al estar haciendo esto veo a la anestesióloga y a mi doctor entrando a la sala y preguntándome cómo me sentía y si ya estaba listo. Ni recuerdo lo que contesté.

Me comienzan a hacer la plática y veo que la anestesióloga pone dos frascos pequeños que se conectan a mi suero. En cuestión de segundos me siento muy mal. Como si estuviera a punto de desmayarme pero la reacción normal de mi cuerpo es tratar de despertar. Pregunto en voz alta:

–¿Ya aplicaron la anestesia (que no me avisaron, culeros)? Porque me siento muy mareado  como si algo no está bien.
Y me contesta la doctora –Si, ya es la anestesia. Vaya!, veo que tienes más resistencia que lo que dice tu peso.  Que acaso tomas drogas?
Para ese momento veo que mueve otra dosis y con la sensación de estar como el triple de ebrio de lo más que he estado en mi vida, solo alcanzo a decir: “Sólo una vez, en Ámsterdam….”



Me siento tan agusto, creo que ya no tengo cuerpo, no se si he muerto y no me importa porque me siento tan descansado y tan en paz como nunca lo he estado en mi vida. No puedo abrir los ojos pero me siento como si estuviera recostado en la cama más cómoda del mundo. Esa sensación de descanso creo nunca la volveré a sentir. De pronto creo sentir algo en mi nariz.. y siento que me agarran de la mano con una voz de mujer diciéndome

–No se agarre su nariz, acaba de salir de una cirugía en su nariz y no debe tocarla. Va a ir despertando poco a poco así que por pura precaución voy a asegurar su mano para que no toque su nariz. En un rato más que despierte lo llevamos ya a su cuarto.

Fui despertando poco a poco , empecé a sentir el dolor de ese como metálico en mi mano y supe que era lo del suero. Ya estaba consciente de dónde estaba pero no podía abrir los ojos por la sensación de sueño que sentía.  Al abrir los ojos poco a poco comencé a reconocer el lugar. Curiosamente la nariz era lo que menos me dolía. El cuarto era muy largo y al parecer es dónde estamos todos los que hemos pasado la cirugía. Al menos es un indicio que que todos, sean quienes sean, pasamos esa pausa y ya ahora es sólo cuestión de tiempo para recuperarnos.

Creo que las enfermeras sólo nos ven de lejos si ya abrimos los ojos y si volteamos a vernos los unos a los otros para decidir si ya estamos listos par que nos manden a nuestro cuarto, pero no recuerdo haber tenido algún aparato para ver mis signos vitales y que se dieran sus vueltas seguido para ver cómo estábamos. Después de un tiempo empecé a mover ya más la cabeza para que se dieran cuenta que ya estaba despierto porque ya me quería ir a mi cuarto y que mis papás no se preocuparan como seguramente lo estarían.

No recuerdo cómo me sacaron de esa sala, solo que ya estaba en un elevador que se me hizo muy pequeño y que al entrar al piso de mi cuarto ya estaba ahí mi mamá esperándome. Creo que ya les habían avisado que ya iba para allá. Mi papá ya estaba también en el cuarto que me habían asignado. Me comentaron que ya me había tardado más de lo normal, al parecer creo que tardé 5 horas en total cuando debí haberme tardado sólo 2 o 3 horas máximo. Solo me dijeron que tardé mucho en despertar. Mi novia llegó al cuarto porque ya estaba preguntando la razón de mi tardanza pero ya todo estaba en orden. Ahora sólo esperar la recuperación.

Al día siguiente me daban de alta, pero después de ese día me dolió todo el cuerpo, todos los músculos, excepto la nariz. El dolor en los talones me hacían muy difícil caminar pero creo que esto fue por la anestecia que hizo que todos mis músculos se relajaron tanto de toda la tensión que ya tenía tanto de la cirugía como del trabajo. Sólo me tomé dos días laborales y al tercero ya estaba de vuelta al trabajo. 

Tenía muchísimo trabajo y como Líder uno no tiene que mostrar debilidades superficiales como una pequeña cirugía de tabique desviado. Sangré de la nariz toda la semana pero no tuve ningún moretón y la mayoría pensó que ni me habían hecho nada, que el parche de mi nariz era sólo para fingir ausencia de dos días. Bueno, opiniones del trabajo de gente que ni me importa.


Cirugía con anestesia general.
Logro desbloqueado.

lunes, febrero 02, 2015

Incertidumbre preoperatoria (parte 2)

Es mentira que al despertar no te llega al menos el pensamiento que quizá sea la última vez que lo pudieras hacer. Son las 4:30am cuando el despertador suena y tengo que bañarme y arreglar mis cosas para salir al DF. Aún en este pueblo he visto que es muy deficiente en los servicios de salud, por eso tengo que ir a la capital sobre todo cuando se trata de una operación que involucre mi salud.

En el camino no me duermo, prefiero leer un cuento corto del libro en curso, una vez que salimos de Querétaro y el paisaje se torna más verde, menos agreste y más amigable a la vista escucho algo de Café Tacvba mientras alcanzo a apreciar que algunas de las flores silvestres de color violeta comienzan a salir a la orilla de la carretera. Mi novia me acompaña pero está dormida, solo la abrazo un poco para no despertarla mientras aprecio la vida mientras viajo en ese camión de primera clase, escucho rock pop y veo el paisaje.

La operación para el desvío del tabique de mi nariz es una operación sencilla y no debería preocuparme, sobre todo si careciera de los conocimientos de los posibles riesgos que puedan salir , lo malo que por las experiencias pasadas sé que cualquier operación puede involucrar el riesgo de perder mi vida. Son muchas variables involucradas;  una falla y si el doctor no está tan capacitado, puede desencadenar a finales fatales. La anestesia general te desconecta de este mundo y es algo que nunca lo había experimentado.

Llego al hospital, ya están esperando mis padres y eso me tranquiliza. Hago el alta con los datos del seguro y con mi papá para dar su nombre si algo pasa. Protocolos del hospital que uno no se imagina que pueden ser los que determinan acciones futuras mientras uno no esté ya en este mundo. El seguro que pago me permite que la cirugía se realice en un buen hospital. Al menos si mi trabajo es delicado y lleno de presión, que mi muerte se atienda con la posible descencia de buenos servicios médicos y no con jetas enojadas de enfermeras frustradas para los servicios públicos.

No tardaron ni 30min de que estuviera en la sala de espera cuando me llaman para subir al consultorio. No sé si es su protocolo pero lo hacen todo rápido como para no tener tiempo de decir “Hasta el rato” a la gente que te acompaña. Solo permiten a un familiar que te acompañe. Yo preferiría que fuera mi mamá, pero sé que si por cualquier cosa que salga mal, ella pudiera perder el control más fácilmente, además que creo que le debo más consideración a mi papá y por eso lo elijo para que él sea quien me acompañe.

Al subir a la sala de preparación, una cama con cajones y paredes muy estrechas me sofocan un poco, aún subí con mi mochila pensando que todavía había que hacer más trámites o firmas. Ya no fué necesario; entra una enfermera y me indica que vista la famosa bata de hospitalen la que hace que se te vea todo el trasero, quitándome toda la ropa y accesorios incluía la ropa interior aunque la operación sea de la nariz. El tiempo en ese momento pasa más rápido de lo normal, el ritual del despojo de mi ropa me es familiar y lo hago exacto como si fuera a nadar, pero cuando estoy en los calcetines la enfermera vuelve a entrar ya con el suero y la jeringa para comenzar la “canalización”.


Pido un minuto para ir la baño, sé que después de eso es más difícil hacer cualquier función por más básica que sea como ir al baño. Me colocan mi brazalete de identificación donde vienen mis datos personales y tipo de sangre; por mi vida en el DF sé que eso sirve por si hay un terremoto y si quedo atrapado, puedan identificar mi cuerpo. Cuando identifican la vena por la cual introducirán el catéter y finalmente sientes la aguja, es cuando sabes que es el principio de un pequeño calvario en el que te someterás, el primer dolor que sientes de una serie de muchos más que haras recordar que debe existir un Dios para sentir un poco de consuelo. Si esta operación va bien, no sentiré tanto esa necesidad de Fé y aún seguiré bromeando sobre el “jefazo”.

Me recuesto en una cama que la siento angosta (Já) y la enfermera se va a confirmar mi acceso a la sala de operaciones. Tomo mi celular y apenas me dá tiempo de poner lo que podría ser el último estatus en el Facebook indicando la ubicación del hospital dónde me encuentro:

“El Jefe me ha retado a otra partida de ajedrez; si gano otra vez, me castigará regresándome a este mundo como castigo, como cuando nací. Así que espero verlos al rato. ;-)”