viernes, junio 24, 2011

18 años después.

Sé que algunas personas que leerán esto tienen aproximadamente esa edad, es toda una vida y recordar esa cantidad me hace conciente de lo viejo que ya estoy.

Hace dieciocho años salí de la secundaria. Me consideré el mejor de la generación, pero por las calificaciones no me reconocieron como tal. Había una amiga que siempre estaba arriba de mí, porque siempre era la barbera sin dignidad con los maestros y yo era el que me reía y echaba desmadre en sus clases. El tiempo pasa y a veces, a la larga, se encarga de demostrar lo que en fechas pasadas era un error.

Tengo muy buenos recuerdos de la secundaria. Sin lugar a dudas, para mí fue la mejor época de mi vida. Tenía inteligencia, tenía muchas amigas con “derechos”, fue la época de mi primer beso, de todo lo sentimental y sexual que se puede sentir tan intensamente. Además, no tenía dinero pero en ese entonces, con los amigos que tenía, el dinero no hacía tanta falta. El principal objetivo de esos tres años de la secundaria era echar todo el desmadre posible y vivir!!.

El grupo que me tocó fue tan unido como ninguno otro que me ha tocado en toda mi vida académica. Nuestra capacidad de organización era sorprendente. Podríamos hacer fiestas épicas que incluían alcohol, rock y lo más importante, fajes y besos sin límites casi con todas. Pero también podíamos organizar exposiciones o eventos académicos bien organizados que hasta el presidente municipal iba y nos promovía.

Creo que en esa época vivimos las grandes lecciones de la vida. Por eso me sorprende la gente que luego no se da cuenta que una mujer lo anda manipulando, o que lo anda engañando. Que cree que sólo con “ganitas” su vida irá bien. Que está feliz por casarse con la primera que le hizo caso. Los casos más graves son aquellos que ni saben aún hablar a una mujer, que existe drogas y pornografía de cualquier tipo o que cree que sus hijos que van en secundaria no tiene idea del sexo y les falta muchos años para perder su virginidad. Todas esas lecciones importantes para la vida las aprendí en la secundaria.

Esa época fue la más importante para mí, la que tomé muchas decisiones, podría escribir post contando cada cosa por detalle, pero mejor eso lo dejo para después. Ahora solo escribiré de nuestro reencuentro hecho hace dos semanas.

Gracias a la moda de que hasta los perros tienen facebook, ahora muchos de mis amigos se dieron de alta y comenzamos a localizarnos y a ponernos al tanto de lo que ha pasado en nuestras vidas. Pero ahora sabemos que siempre surge la curiosidad de vernos las caras, de convivir en persona. Así que al fin se organizó la reunión en un lugar cercano a nuestra antigua escuela.

Afortunadamente las fotos ayudaron a que el impacto por no vernos tanto tiempo disminuyera. Pero sin duda el tiempo ha pasado por todos, unos más que otros, pero sin duda ya dejamos de ser tan divertidos para pasar ser sólo “muy divertidos”. El antro de la reunión no podía ser otro más que uno que hubiera puro rock. Eso me dio mucho gusto por saber que la gran mayoría aún seguimos siendo fanáticos del rock. En la secundaria lo fuimos y no hemos cambiado, No nos gusta la música banda y las gruperas o tropical. Me sentí al fin incluido a un grupo con los mismos gustos que los míos. Al final, todos nosotros forjamos nuestro carácter en la secundaria (y los que no, seguro aún les faltaba maduración).

Creo que yo he sido de los que más cambié, ahora casi sin pelo y gordo, aunque según ellos dicen que no cambié mucho. Pero yo ví que mis amigas sí pasó lo que parece ser inminente en este país: engordaron. Recuerdo que cada una tenía lo suyo y pasé ratos muy agradables con cada una atrás de los talleres (lugar por excelencia para los fajes). Ahora dudo que lo volviera a hacer en el estado en que están.

Nuestra amistad quedó muy marcada, tanto que la profesión, dinero o apariencia no importa. Lo que importa es estar nuevamente juntos. Por ejemplo, un amigo se fue al colegio militar y luego lo asignaron de misión a Chiapas. Y una amiga es periodista y siempre apoya a los zapatistas. Esa noche, sabíamos lo que éramos y no importaba, convivieron normalmente y siempre con felicidad, nada de unas sonrisas aparentes ni hipocresías.

Pensé que con tanto tiempo, nos comportaríamos seriamente. Pero no! Los años no fueron impedimentos para tomar mucho alcohol y echar el desmadre de siempre, como si nunca nos hubiéramos dejado de ver y siempre fuéramos los amigos que nos hemos visto en toda clase de situaciones. Sus esposos(as) estorban ahora que tenemos al fin algo de dinero para seguir conviviendo como hace 18 años. Pero al final, sabemos que solo es para vernos un rato y todos regresamos con nuestras respectivas vidas fingiendo que un hermano(a) o esposo(a) nunca será más que unos amigos.

PD. Por cierto, a pesar de mis broncas, sí soy el que, según ellos, esperaban que fuera. El que sobresalió de toda la generación :-$

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